El patrón que faltaba en el Golfo del Guacanayabo
«Todavía no tengo barco», respondía a mis llamadas telefónicas George Romero Martínez, patrón de la emblemática embarcación LP42, que en 20 años ha dado buenos dividendos a la unidad pesquera de Guayabal, en Amancio, al sur de Las Tunas.
Me quedé pendiente de sus avatares cuando el pasado mayo lo encontré en el taller aferrado al arreglo del viejo motor, y la lancha auxiliar. Buscó piezas en otras unidades pesqueras, en La Habana, en Niquero…y aún así le sorprendió el verano sin salir al Golfo del Guacanayabo, un mar abierto del que es casi dueño.
«En diciembre se fundió y lleva una reparación capital. La empresa no tiene para darnos un motor nuevo y yo estoy aquí “guapiando” para salir a flote. Los muchachos están apoyando a otras tripulaciones» me dijo aquel día.
¿Usted no regresará al mar?: «Yo no, lo extraño, pero no voy hasta que no tenga barco»
A George le dicen el rey del machuelo, lo consideran experto en la captura a pesar de los deprimidos recursos pesqueros en las costas cubanas. Para él no hay ausencia de especies y la pesca es de alta y bajas.
El 2016 fue un buen año, junto a su tripulación de siete pescadores fueron los mejores de la empresa pesquera en la provincia. El mejor equipo y trajeron a tierra más de 274 toneladas. Pero a los más reconocidos les falló el buque.
Respetado por todos George es de pocas palabras, y mucho hacer. Su LP42, en nombre y motor tiene historia en la costa de sur de Las Tunas. Siempre en el área, desde Guayabal hasta Playa Florida, provincia de Camaguey.
Hace unos días volví a llamarlo, y la esposa reconoció mi voz: «Ya, se fueron el 22». ¿El 22 de julio?: «Si, hace cuatro días. Ahora mismo llamó, para saber del niño, no tienen fecha de regreso».
Fueron siete largos meses de espera, en los que el “rey del machuelo” estaba preocupado por los planes de captura, por el mar, por su vida. Un hombre como él faltaba en el Golfo del Guacanayabo.